domingo, 28 de noviembre de 2010

INFORME Z. Parque Lezama, abandonado y en crisis

En 2008, la Ciudad lanzó un plan para recuperarlo que no se cumplió. A pedido de los vecinos la Defensoría recomendó resguardarlo por su importancia histórica y la Legislatura pidió información al Ejecutivo. Espacio Público promete hacerse cargo.

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Los árboles centenarios de las más variadas especies que habitan el Parque Lezama son testigos del deterioro cotidiano que sufre este espacio verde que fue el jardín de la quinta colonial de Gregorio José Lezama. Fuentes que no funcionan, esculturas mutiladas, basura tirada, un 50% del predio sin pasto, árboles que se caen y una feria que alberga 500 puestos todos los fines de semana ilustran el estado de desidia que atraviesa este lugar declarado Área de Protección Histórica. Un panorama que se encuentra en las antípodas de aquel paisaje soñado por Carlos Thays, el arquitecto francés que a principios del siglo XX diseñó el parque.
Graciela Fernández vive a dos cuadras del Lezama desde hace más de tres décadas. Cansada de ser una espectadora del deterioro del pulmón de Barracas, se juntó con otros vecinos y formó la Asociación Civil Mirador del Lezama. Decididos a salvar este espacio, los vecinos entendieron que la única forma era la vía legal. Fue así que en 2004 presentaron un recurso de amparo exigiendo la protección íntegra del Parque: el juez Hugo Ricardo Zuleta, a cargo del Juzgado Contencioso Administrativo y Tributario Nº 10, falló a su favor en 2005. El magistrado dio la razón a los vecinos, obligando a la Ciudad a cumplir una serie de disposiciones para mejorar el Lezama. El Gobierno apeló, pero la Cámara ratificó en mayo de 2006 lo actuado por el juez.
Finalmente la sentencia de Cámara obligó a la Ciudad a ocuparse del mantenimiento del lugar. Ante la demora por cumplir con lo dispuesto, el 28 de octubre de 2008 el juez resolvió enviar una orden de embargo al director de Recursos Humanos del gobierno porteño, sobre "los salarios que mensualmente percibe el Sr. Jefe de Gobierno, Mauricio Macri, (...) correspondientes a la aplicación de la multa diaria de $100, impuesta desde febrero de 2007, que asciende a más de 100 mil y se seguirá incrementando hasta el cumplimiento de la sentencia", dice el dictamen. "Acá hay una plata que la estamos pagando todos que es la multa que se le cobra al Gobierno por no cumplir con el fallo del juez", explica Graciela.
Hace poco los vecinos, como litigantes, cobraron parte de esa sanción y decidieron destinarla para insumos para la salita del barrio, el Cesac Nº 15.
El plan que nunca fue
Hacia finales de 2008, la gestión de Macri presentó un proyecto para recuperar el Parque. Su inauguración se efectivizaría en mayo de 2010, para los festejos del Bicentenario. Pero el trabajo nunca se inició. "El plan de puesta en valor fue de 20 millones de pesos y trabajaron 15 especialistas en él, pero el mismo gobierno que lo armó lo cajoneó siendo que tiene un crédito fiduciario otorgado por Nación hace nueve meses. Eso hace que el Gobierno se endeude y que nos endeudemos todos", revela Graciela Fernández. El plan constaba de tres etapas. La primera incluía la recuperación del anfiteatro, con su fuente que hoy se encuentra desactivada, y el retorno de la reja y los portales. Luego se ocuparían de los caminos internos. Y por último, se construiría la rosaleda, la pérgola, los juegos para niños, un solarium y una bicisenda exterior.
El Parque Lezama se extiende a lo largo de 8 hectáreas , ubicadas en el perímetro de las calles Brasil, Defensa, Martín García y Paseo Colón. No sólo es uno de los más hermosos espacios verdes de la Ciudad, gracias a su forestación, su diseño y su barranca natural sino que también posee un alto valor histórico y cultural. Sobre la calle Defensa , el Museo Histórico Nacional alberga objetos del período virreinal, mientras que sobre Brasil, la Iglesia Ortodoxa Rusa se destaca con sus cúpulas eslavas que son un ejemplo de arquitectura único en la Ciudad. A pesar de que fue declarado Área de Protección Histórica N° 1 comprendido dentro de los postulados de la Ley de Patrimonio de la Ciudad, su decadencia está a la vista.
La principal preocupación de los vecinos es el patrimonio arbóreo. Según el último relevamiento, realizado en 1986, ya se había perdido un tercio de los árboles. Hoy basta con asistir al lugar para ver que la situación se agravó: en el patio de juegos hay raíces crecidas y muchos árboles están descalzados. También preocupa el poco verde de los suelos ya que se observa que el 50% de los mismos está sin pasto.
Los vecinos cuentan también que no hay un sistema de riego de los árboles. Su deterioro es una gran pérdida si se tiene en cuenta que el jardín posee especies exóticas de valor patrimonial: arbustos de las familias de las magnolias, diversas especies de araucarias, acacias y un gomero histórico muy dañado, junto al Museo Histórico Nacional.
Los monumentos son otro flanco del deterioro. Muchos están destruidos y sin protección frente al vandalismo. Hace tres años el monumento a la Loba Capitolina fue la víctima cuando las dos imágenes de bronce ahuecado de Rómulo y Remo que la acompañaban fueron robadas. La Loba había sido un regalo de la ciudad de Roma a Buenos Aires para el Centenario de la Revolución de Mayo. El monumento a la Cordialidad Argentino-Uruguaya , un presente del Uruguay a la Ciudad hecho en 1936 por los 400 años de su primera fundación por Pedro de Mendoza, tampoco escapó al deterioro. A la mole de bronce le falta una parte que deja al desnudo su estructura interna y está sostenida por tres troncos de madera.
Los puestos del Parque
Una de las cuestiones que más inquieta al barrio es la feria que se desarrolla todos los fines de semana con alrededor de 500 puestos cada día. Se trata de un paseo de compras con puestos que van desde las artesanías, pasando por los recuerdos de Buenos Aires hasta ropa de primeras marcas a precios económicos. Históricamente el parque contaba con una única feria, Ferizama, aunque hoy son varias las que conviven. El fallo de Zuleta además de exigir la restauración del parque, le demandaba a la Ciudad una solución en torno a la feria.
"El juez pidió que si no se ponían 20 baños químicos, la feria se levantaba. Pusieron tres y siguió. La feria está degradando al parque", asevera Graciela. Frente a las críticas de los vecinos que exigen que se vayan, muchos de los feriantes aducen que en el parque conviven dos ferias: las legales y las ilegales. Mariana, una artesana de la feria, defiende su trabajo: "Sentimos una gran indignación porque nosotros estamos dentro del sistema de ferias del Gobierno de la Ciudad. Hay artesanos fiscales que se ocupan del registro y de tomar pruebas para entrar, mientras el Gobierno les está dando permisos a otras ferias bajo ninguna regulación". La joven agrega que cada vez son menos los que venden artesanías frente a otro tipo de artículos: "Antes éramos 100, ahora apenas llegamos a 45".
En línea con los vecinos, el defensor adjunto del Pueblo del Gobierno de la Ciudad, Gerardo Gómez Coronado, asegura: "El estado del Parque es preocupante no sólo como defensor del Pueblo sino como vecino que asiduamente camina por él y se da cuenta de la situación caótica en la que se encuentra. Y más aún los fines de semana donde la ocupación se vuelve una complicación al simple hecho de transitar por la zona". Por su parte, Gómez Coronado se ocupó del caso: "Le mandamos una resolución que salió el 6 de octubre al ministro Santilli en la cual le preguntamos qué medida van a tomar con respecto al deterioro del arbolado del Parque Lezama. Mientras esperamos que se discuta el presupuesto y ver los recursos dedicados a los espacios verdes.
La diputada María José Lubertino presentó a la Legislatura un pedido de informe con el objetivo de que el Gobierno de la Ciudad explique por qué no está cumpliendo la sentencia. Este pedido fue tratado en la Cámara el 30 de septiembre, y los diputados acordaron exigir al Ejecutivo si existe un plan de puesta en valor del parque e informar sobre la situación del mismo, detallar el estado de conservación y mantenimiento, entre otras cuestiones.
Por su parte, desde el Ministerio de Ambiente y Espacio Público, el ministro Diego Santilli explicó a Diario Z que el plan de obra para el Parque Lezama no se está llevando a cabo "porque necesita la aprobación de un crédito de la Nación", responsabilizando de la situación al gobierno nacional. Y agregó: "Igualmente, con presupuesto propio arrancamos los trabajos con un relevamiento del arbolado y plantación de nuevas flores, en septiembre de este año. Trabajamos en la mantención de ejemplares históricos y a los que presentaban riesgos de caída, los reemplazamos. Seguimos con las flores, plantando 98 metros cuadrados ". Aunque asegura que los monumentos conforman el aspecto más complejo de la cuestión: "Lo que más tiempo nos va a llevar es la restauración de los monumentos y obras de arte, porque son reliquias, además de sus altos costos de mantención". Santilli es optimista y considera que con el crédito de la Nación, que es de 20 millones de pesos, el Parque Lezama quedará totalmente "revitalizado".
Pero más allá de las declaraciones del ministro la decadencia del parque está a la vista y cada vez son más los vecinos preocupados por la situación del lugar en el que pasaron parte de su infancia. Además de los vecinos del Mirador del Lezama, otro grupo de personas decidió armar un grupo en la red social Facebook al cual llamaron "Abrazo al Parque Lezama". Proponen abrazarlo porque lo quieren y lo necesitan, y desean que funcione como espacio público. Ya son mil personas las que se unieron a esta causa a través de la red.
DZ/KM
María Florencia Alcaraz Redacción

miércoles, 3 de noviembre de 2010

SUPLEMENTO M2

Cosas rotas
y desvaríos
La Defensora del Pueblo porteño, Alicia Pierini, está muy preocupada por el estado del Parque Lezama, cosa que cualquiera que visite ese rincón de la ciudad entenderá de un vistazo. El Lezama es un lugar realmente notable, por varias razones: es una rara barranca que no fue peinada y pavimentada en nuestro tejido urbano, es hogar de un caserón ya único –el Museo Histórico– y es el último parque que muestra un diseño que supo ser típico de esta capital, muy victoriano y pensado como un escenario para cultivar al prójimo. No por nada el parque es monumento histórico a nivel nacional y el ámbito más importante de la APH1.
El lugar era un pajonal con alguno que otro ombú cuando en 1857 el salteño Gregorio Lezama se lo compró a Charles Ridgley Horne, un inglés que debe ser el primer refugiado político gringo de nuestro país: tuvo muchos privilegios bajo Rosas y los terminó pagando con el exilio. Lezama se hizo su casona italianizante, un lujo para la época, comenzó la arboleda de especies importadas y trazó el camino italiano de vasos y arboledas. La quinta pasó a ser parque en 1889, cuando su viuda aceptó venderla a la Municipalidad con la condición de que llevara el nombre familiar. Buschiazzo en persona aceptó la idea, explícitamente para darle un pulmón a los barrios “malsanos” del sur.
Pero donde el Lezama alguna vez fue un paseo con esculturas y un aire a giardino europeo, de los que parecen una colección de arte al aire libre y abundan, como este parque, en templos y columnatas, hoy es el único pulmón de un barrio ya saturado y en camino a saturarse todavía más. Ver el Lezama un domingo es percibir la demanda contenida de espacios verdes del sur porteño, la plaza tapada de pibes, padres, paseantes. Como en nuestra ciudad hace rato que ya no se cree en el mantenimiento –dejar que todo se caiga permite la foto de la reinauguración– el pobre parque termina arrasado. Y después están también los vandalismos deliberados, en parte por la ocupación de sus espacios para una feria que es una quitanda de revendedores.
La actuación de la Defensoría ya comenzó el año pasado, cuando la vecina Margarita Fernández se acercó preocupada por el estado del monumento a la Cordialidad Internacional , cuya cubierta metálica se estaba cayendo que daba miedo. Hace más de un año, la cosa terminó en una intervención de la Guardia de Auxilio y un apuntalamiento. Este año, el defensor adjunto Gerardo Gómez Coronado recibió la visita de los vecinos de la Asociación Civil Mirador Lezama, muy preocupados por el estado del parque. Estos vecinos le acercaron a Gómez Coronado una carpeta de fotos mostrando el abandono de los monumentos, la ocupación de espacios indebida y hasta la tala de árboles añosos. A lo que se le suma la roña general, la falta de mantenimiento mínimo de uso y la evidente ausencia de jardinero, podas, plantaciones y arreglos, todas cosas que manda la Ley 1556.
Pierini y Gómez Coronado, entonces, se dirigieron al ministro de Ambiente y Espacio Público para preguntar si existe algún plan de recuperación o manejo del Lezama, pidiendo copia si esto existiera. También preguntan qué piensa hacer con los arbolados y si a alguien se le ocurrió consultar con alguien que sepa de patrimonio –la dirección general específica porteña, o la comisión a nivel nacional– para manejar el deteriorado patrimonio construido. Y finalmente, si alguien piensa ordenar alguna vez a los supuestos artesanos que ocupan el parque.
El ministro Diego Santilli todavía no contestó.