Publicado el 19.07.13 por Alicia de Arteaga
Se repite cada vez con más frecuencia y en los lugares menos pensados. El bronce de las esculturas de los bosques de Palermo esel botín de inescrupulosos que dañan obras de arte dignas de un museo, son joyas del patrimonio urbano. Imposibles de reponer. Van como ejemplos El Segador, de Constantin Meunier, con su brazo amputado (al frente de la Biblioteca Nacional) y Los ciervos, de George Gardet con la cornamenta cortada y la base píntarrajeada, en el vecindario del Museo Sívori. Las fotos son de Graciela Fernández, quien advierte además que Monumentos y Obras de Arte (MOA) , dependencia del gobierno de la ciudad ubicada en Berro, entre Sarmiento y Casares, a metros del Jardín Japonés, hace lo que puede con lo poco que tiene. Lamentable panorama: el patrimonio es recurso no renovable
No hay comentarios:
Publicar un comentario