Publicado en EL SOL DE SAN TELMO
Curioso que en el grado de deterioro en el que se encuentra el Parque Lezama, el tema central haya pasado a ser si debe o no tener rejas en su perímetro. Una simple observación, en un paseo de fin de semana por la ciudad, puede dar cuenta que se están haciendo obras en todos los parque y plazas de la ciudad, menos en el Parque Lezama. Esta actitud de gestión política, en materia de parques, plazas y jardines, es consustancial a las gestiones de Ibarra y de Telerman. Es decir: se repite la historia.
Digo que es curioso – y en cierto aspecto sospechoso – que el tema central sean las rejas, cuando aún no se sabe si la decisión de este gobierno (que cuando era oposición manifestó su asombro e indignación por el abandono del predio) va a ser la puesta en valor del parque. Se tienen noticias de primera mano que hay un proyecto. Pero al mismo tiempo, el mismo ministerio del cual depende el proyecto en cuestión, sigue dando habilitaciones para localizar más puestos en las veredas de la calle Defensa.
De manera tal que la realidad que marcan los acontecimientos es que el Ministerio de Ambiente y Espacio Público tiene un proyecto en una dirección general, y tiene una realidad concreta y palpable en la Subsecretaria de Medio Ambiente y en la Dirección General de Ferias y Mercados. La realidad con la que nos encontramos hoy es que el Parque va a seguir siendo invadido y no hay ninguna señal de que eso vaya a cambiar.
Si me remito a una notificación personal de la Dirección General de Espacio Verdes (firmada por su titular) del 16 de enero del corriente, creo que no hay que preocuparse por ninguna reja. Dice exactamente en su último párrafo: “Por último, se informa, que el Parque Lezama en la actualidad, se halla en buenas condiciones de limpieza y conservación”. Como se puede apreciar en esta definición, hasta el momento no hay nadie que esté discutiendo por rejas en el ámbito oficial. Y mucho más si sumo las autorizaciones improcedentes de la Dirección General de Ferias habilitando la existencia de más puestos todavía.
En este aspecto sería bueno tomar en consideración la información disponible sobre los trabajos de mejoras y puesta en valor de los espacios públicos y/o verdes. En todos ellos, además de plantas, flores y césped, incluyen rejas. Por esta información puedo inferir que no tienen ningún interés en realizar una puesta en valor del Parque Lezama. Y por la misma razón entiendo que la discusión sobre si debe tener rejas o no es, al menos hasta ahora, sospechosa.
¿Pero porqué tengo tantas sospechas? La respuesta, para quien la haga, también surge de la misma observación. Y si no veamos:
· Desde hace años al parque se le están cayendo los árboles. Y nadie levantó la voz para proteger árboles centenarios y mucho menos lo pensó desde el punto de vista de seguridad física para los paseantes o vecinos que hacen uso del lugar. Y lo que es más llamativo es que ninguna organización vecinal reclamó ante las autoridades o fomentó un debate vecinal sobre el tema.
· Desde hace años al parque le están robando esculturas y elementos ornamentales de indudable prestigio. Y este caso valen las mismas consideraciones que en el caso anterior.
· Desde hace años la barranca que da sobre Paseo Colón es usada como fumadero por una cantidad de jóvenes y no tan jóvenes que se aprovisionan en el supermercado de en frente. En estos años no ha habido nadie que haya fomentado un debate serio sobre como solucionar ese problema y, si cabe, intentar una propuesta para que los jóvenes no queden tirados en la barranca o en la vereda producto del Paco. No ha habido en estos años ninguna organización que haya promovido un debate público respecto de qué hacer con El supermercado y qué hacer con esos jóvenes.
· Cuando el Parque Lezama fue invadido en el año 2002 por una cantidad de gente que buscaba solucionar sus necesidades más urgentes en la venta callejera, no hubo ninguna organización que planteara un debate sobre cómo ofrecer una alternativa para paliar esa emergencia. El gobierno de Ibarra (progresista él, según su propia definición) entendió que la mejor medida que podía tomar para resolver el desempleo en la ciudad, era habilitar los parque y plazas para que la gente “se las arreglara como pudiera”. Por eso existe el Decreto 92/04 que dice claramente que se lo implementa para garantizar lugares de trabajos en condiciones dignas. Para el gobierno de Ibarra garantizar lugares de trabajos dignos era condenar a los desocupados a estar en la calle, a la intemperie, sin baños, sin luz ni ningún otro servicio elemental. La realidad indica que se montó un formidable negocio a favor de LA PERMISIONARIA , a quien se le otorgó el uso precario y gratuito del parque para que se lo alquilara a los NECESITADOS. Ese formidable negocio implica la facturación, hoy en día, de 18.000 pesos por fin de semana. El gobierno actual, antes en la oposición, estuvo en contra o casi en contra. Pero a la luz de los acontecimientos, parece que hoy le parece bien. Quizá, a tenor de las nuevas alianzas, este ejercicio de gestión en el Parque Lezama, sea la Pata Populista en el ejercicio de gobierno. Sobre este tema, al día de hoy, no hay ninguna organización que fomente un debate cierto. Porque lo que habría que decir al respecto, es que la gente que necesita pagar 15 pesos por día, por el alquiler de un puesto a LA PERMISIONARIA , debería tener un lugar en condiciones para que pudiera ejercer su trabajo como el resto de los argentinos que aspiran a él. Es decir: todos los días y sin pagar a intermediarios. La pregunta sería: “¿Cómo se sentirían ustedes si tiene que pagarle un peaje al jefe de turno sólo por tener que trabajar?
Es posible que haya muchos otro temas o no. Pero lo que está claro – al menos para mí – es que el tema de las rejas alrededor del parque está muy lejos.
Pero si hago un ejercicio de abstracción de todo lo dicho anteriormente, me vuelvo a preguntar ¿Por qué tanto debate con las rejas?
Las organizaciones vecinales de nuevo crecimiento (no quiere decir recién llegados, quiere decir lo que dice, porque San Telmo tiene 16 organizaciones vecinales antiguas, aunque no parezca) se manifiestan abiertamente por la defensa del patrimonio. Entonces me pregunto: ¿Cómo se conjuga la defensa acérrima del empedrado y la traza colonial de las calles y otros menesteres, con la decisión clara de que el parque no tenga rejas?
En este punto sería bueno recordar que Gregorio Lezama era un coleccionista botánico y organizó la vieja “Quinta del Inglés” con rejas y entradas monumentales de mampostería Las condiciones en las que su viuda cedió el parque a la ciudad, era que se mantuviera el parque en su conjunto con prohibición de desmantelarlo y mucho menos parcelarlo. Pero en un arranque populista del gobierno de Justo, en plena “Década Infame”, decidió tirar abajo todo. Y este arranque de Justo en 1934 me lleva inevitablemente a pensar: ¿Qué parecida fue esa propuesta con esta nueva del Prioridad Peatón en donde San Telmo pasará a ser un gran parque de diversiones para mejor gloria de hosteleros y gastronómicos? El populismo (no lo popular) como se ve, no ha tenido límites de imaginación en el pasado y en nuestro presente.
En este aspecto creo que sería bueno debatir como se conjuga – y lo vuelvo a repetir – la defensa patrimonialista de las calles y las luminarias con la idea de: “arreglen el parque pero háganlo funcional a mis necesidades personales y/o psicológicas (léase insomnio, ansiedad, etc.)”
Cuando digo que el debate sobre las rejas me parece sospechoso (de ignorancia, anomia, desinformación o mediatismo) es porque también me preguntó: ¿Qué tenga rejas quiere decir que estará cerrado? Porque si el problema es que esté cerrado entonces el debate no son las rejas. El bar Británico tiene puertas y ventanas y sin embargo está abierto las veinticuatro horas. Entonces en este punto, quizá, se debería debatir cómo se defiende el patrimonio y cómo se consensúa una administración adecuada del uso del parque. Pero si defendemos el patrimonio, entonces tenemos que pelear por una auténtica puesta en valor. Al menos la que pensó y realizó Carlos Thays, si le tenemos odio al viejo Lezama por rico y salteño (digo).
No obstante me alegro que la información sobre una supuesta y probable puesta en valor del Parque Lezama (que todavía ni siquiera tiene presupuesto) genere algún debate. Porque si no fuera así, entonces el destino del Parque Lezama sería el mismo que la plaza Salvador María del Carril.
A este lugar ya casi nadie lo registra. Pero de verdad era una plaza. Está en Retiro, al lado de la plaza de la Torre de los Ingleses. Y muchos de los que alguna vez pasamos por ahí, en lugar de la plaza encontramos el Mercado Nuevo Retiro.
Por lo tanto sugiero que, antes de discutir si el Parque Lezama debe estar cerrado o no, empecemos a preocuparnos por que este lugar histórico de la ciudad, donde se realizó la primera fundación, no aparezca una mañana Declarado Terreno Baldío. Mañana, si eso ocurre, nadie va a discutir sobre las rejas. El que quiera hacer un uso personal del parque, lo podrá hacer entre fiambres, camperas, pantalones, calefones, zapatillas y otro tipo de abalorios y piedritas de colores a la que una buena parte de nuestra sociedad es tan aficionada.
PD: Por lo demás, si se cree oportuno y a los que les hace bien, se puede aparecer en los medios de comunicación opinando sobre unas rejas que, hasta el día de hoy, están muy lejos.
César Sarmiento
Miembro de Mirador del Lezama
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